viernes, 2 mayo, 2025
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Historia de la Semana Santa en San Sebastián: de las antiguas procesiones al recogimiento actual

La Semana Santa es uno de los periodos más importantes del calendario cristiano, y aunque en San Sebastián no se vive con la grandiosidad de otras ciudades, su historia está cargada de significado, arte, religiosidad y evolución. En este artículo nos sumergimos en la historia de la Semana Santa en San Sebastián, desde sus primeras manifestaciones religiosas hasta cómo ha cambiado su celebración en la actualidad.

Historia de la Semana Santa

Origen y primeras referencias: una tradición con siglos de antigüedad

La historia de la Semana Santa en San Sebastián comienza a documentarse en los siglos XVII y XVIII, aunque es probable que algunas formas de conmemoración ya existieran anteriormente. Las primeras referencias claras aparecen asociadas a la creación de cofradías y a la elaboración de pasos procesionales, lo cual nos indica que la ciudad ya vivía con intensidad los días santos.

Uno de los nombres más importantes vinculados a estos primeros tiempos es el del escultor donostiarra Felipe de Arizmendi (1669-1725). Este artista talló entre 1710 y 1713 varias imágenes religiosas que fueron utilizadas en las procesiones de Jueves y Viernes Santo. Algunas de sus obras más destacadas fueron “Jesús en la Oración del Huerto”, “La Flagelación” o el “Despojo de las vestiduras en el Calvario”.

Estas esculturas no eran simplemente decoraciones, sino representaciones profundamente simbólicas de la Pasión de Cristo que encabezaban los desfiles religiosos por las calles del centro histórico. Con ellas se consolidó una tradición que durante los siglos posteriores se convertiría en parte del patrimonio cultural y espiritual de Donostia.

El auge de las procesiones en los siglos XIX y XX

Durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, las procesiones antiguas de San Sebastián alcanzaron su máximo esplendor. La ciudad, aún marcada por una fuerte religiosidad católica, celebraba la Semana Santa con gran solemnidad. Las principales cofradías organizaban procesiones que recorrían las calles con pasos imponentes, acompañados por bandas de música, autoridades civiles y numerosos fieles.

En esta época, destacaban dos grandes procesiones:

  • La procesión del Buen Pastor (Jueves Santo), que salía desde la catedral y contaba con la participación de cofrades, feligreses y parte del clero diocesano.
  • La procesión de San Vicente (Viernes Santo), que partía desde la iglesia gótica de San Vicente, en pleno corazón de la Parte Vieja.

En ambas desfilaban imágenes muy valoradas, como la del Cristo crucificado, la Virgen de los Dolores o el Nazareno. Estas imágenes, muchas de ellas de gran valor artístico, eran llevadas en andas por cofrades vestidos con túnicas y capirotes.

Durante estos días, la ciudad prácticamente se paralizaba. Se cerraban cines, teatros y bares. Las mujeres acudían a los oficios vestidas de riguroso luto y mantilla, mientras que los hombres acompañaban a las procesiones con velas. Las calles eran tomadas por un silencio solemne, solo roto por los tambores y las cornetas que marcaban el paso de los penitentes.

Cofradías y fervor popular

Las cofradías antiguas de Donostia jugaron un papel fundamental en el desarrollo de las celebraciones de Semana Santa. Estas agrupaciones religiosas, formadas por laicos, organizaban los actos litúrgicos, cuidaban las imágenes, coordinaban los desfiles y promovían la devoción entre los vecinos.

Una de las más conocidas fue la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que existió durante décadas y tenía una gran presencia durante el Viernes Santo. A través de estas cofradías, muchas familias participaban activamente en la vida religiosa de la ciudad, transmitiendo la fe de generación en generación.

Además del componente religioso, las cofradías también fomentaban un sentimiento de identidad colectiva, especialmente en los barrios. Preparar la procesión, cuidar el vestuario o ensayar los cánticos era parte de la vida social durante la Cuaresma.

Cambios sociales y declive de las grandes celebraciones

La evolución de la Semana Santa en Donostia refleja también los profundos cambios sociales que ha vivido la ciudad. A partir de la década de 1960, la sociedad vasca comenzó a experimentar una transformación cultural que también afectó a la forma de vivir la religión.

En 1970, el obispo de la diócesis de San Sebastián, Jacinto Argaya, decidió suprimir las procesiones de Semana Santa en la capital guipuzcoana. La decisión fue tomada por varios motivos:

  • La falta de participación activa en las procesiones, especialmente entre los jóvenes.
  • La secularización progresiva de la sociedad donostiarra, con un alejamiento general de las prácticas religiosas tradicionales.
  • El deseo de renovar la vivencia espiritual alejándola de las formas más ostentosas y enfocarla en una espiritualidad más interior.

Esta supresión marcó un antes y un después en la historia de la Semana Santa en San Sebastián. Muchas de las imágenes procesionales dejaron de salir a la calle y fueron almacenadas o trasladadas a otras localidades donde sí continuaban celebrándose procesiones.

Algunas esculturas pasaron a formar parte de exposiciones permanentes o se integraron como piezas de devoción en los altares de iglesias como Santa María del Coro o San Vicente. Otras incluso fueron enviadas a museos o prestadas a pueblos con tradición procesional.

Actos que desaparecieron o se transformaron

Con el paso de los años, numerosos actos religiosos desaparecidos en San Sebastián dejaron huella en la memoria colectiva. Las procesiones del Jueves y Viernes Santo dejaron de celebrarse. También se perdieron celebraciones como la procesión del Corpus Christi o el desfile del Niño Jesús de Praga, que antaño reunían a cientos de fieles y contaban con participación militar y de colegios religiosos.

A pesar de estas desapariciones, algunos actos fueron transformándose para adaptarse a los nuevos tiempos. Uno de los mejores ejemplos es el del Vía Crucis del Monte Urgull, que desde 1960 reemplazó al tradicional Vía Crucis urbano. Esta peregrinación al amanecer, en silencio y con una gran cruz de madera, se ha mantenido como un acto profundamente espiritual y respetuoso con el entorno natural de la ciudad.

También en el barrio de Amara Zaharra se creó una tradición alternativa: la Pasión Viviente, una representación teatral al aire libre de las escenas de la Pasión de Cristo, protagonizada por vecinos del barrio. Este acto, que comenzó en los años 60, sigue realizándose cada año el Viernes Santo por la noche y es uno de los más entrañables de la Semana Santa donostiarra actual.

La Semana Santa en San Sebastián hoy: entre la espiritualidad y la reflexión

Actualmente, la Semana Santa en San Sebastián se vive de forma muy distinta a como se celebraba en el pasado. Ya no hay procesiones multitudinarias ni desfiles con bandas y cofrades, pero la esencia religiosa sigue presente.

Las iglesias donostiarras, especialmente la Catedral del Buen Pastor, Santa María del Coro y San Vicente, mantienen un calendario de celebraciones litúrgicas durante toda la Semana Santa:

  • Domingo de Ramos: bendición de ramos en plazas y atrios, con gran participación familiar.
  • Jueves Santo: misa de la Cena del Señor y adoración del Santísimo en los monumentos.
  • Viernes Santo: Vía Crucis en el Monte Urgull al amanecer y el sermón de las Siete Palabras en la basílica de Santa María.
  • Sábado Santo: Vigilia Pascual, con la bendición del fuego y el encendido del cirio pascual.
  • Domingo de Resurrección: misas festivas con música y decoración especial en los templos.

Estos actos, aunque más íntimos, conservan el sentido profundo de la Semana Santa: la reflexión sobre la muerte y resurrección de Cristo, el recogimiento y la renovación espiritual.

Además, la Pasión Viviente de Amara Zaharra y el Vía Crucis del Urgull son los únicos eventos públicos que conectan con las antiguas tradiciones de calle. Ambos actos destacan por su carácter sobrio, respetuoso y comunitario.

Del fervor popular a la vivencia privada

La historia religiosa de San Sebastián es la historia de una ciudad que ha sabido adaptar su espiritualidad a los tiempos. Si en el pasado la religión era visible, comunitaria y omnipresente, hoy la fe se vive en un plano más personal y reservado.

Muchos donostiarras siguen participando en los oficios litúrgicos, pero lo hacen desde un lugar más íntimo. La religión católica ha perdido presencia en el espacio público, pero sigue presente en el corazón de quienes buscan una conexión con su fe, su historia y sus raíces.

Este cambio no es exclusivo de Donostia, sino que responde a una evolución cultural global, especialmente en Europa. La secularización, el pluralismo religioso y los cambios generacionales han transformado profundamente las formas de religiosidad.

Semana Santa antes y ahora en Donostia: una comparación reveladora

Comparar cómo era la Semana Santa en San Sebastián hace 70 años y cómo es hoy nos permite entender mejor la evolución de la ciudad y su tejido social. Algunas diferencias clave:

AspectoSemana Santa en el siglo XXSemana Santa en la actualidad
ProcesionesDos grandes procesiones, con pasos e imagineríaSin procesiones en la vía pública
ParticipaciónMasiva, pública, con autoridades y cofradesMás íntima, en iglesias y barrios
Tono generalSolemne, cerrado, con normas estrictasSereno, familiar, más relajado
Actos destacadosProcesión del Buen Pastor, Sermón de las Siete PalabrasVía Crucis de Urgull, Pasión Viviente
Papel de las cofradíasMuy activo y organizadorDesaparecido o testimonial
Percepción socialFiesta religiosa central en el añoPeriodo vacacional y cultural
Influencia católicaPredominanteReducción de la práctica y del número de fieles

La Semana Santa antes y ahora en Donostia es el reflejo de cómo una ciudad se transforma. Lo que antes se vivía como una gran manifestación religiosa popular, ahora se celebra desde una perspectiva más reflexiva, adaptada al contexto de una sociedad moderna y plural.

Patrimonio artístico y legado espiritual

Aunque muchas de las procesiones desaparecieron, el legado artístico de la Semana Santa sigue presente en varios templos donostiarras. Algunas de las tallas antiguas que formaban parte de los pasos se conservan en capillas laterales o altares mayores:

  • El Ecce Homo tallado por Felipe de Arizmendi se venera aún en San Vicente.
  • El Gran Paso del Descendimiento, de estilo barroco, permanece en Santa María del Coro.
  • Otras imágenes del Nazareno o la Dolorosa han sido restauradas y siguen siendo objeto de devoción.

Estas obras no solo tienen valor religioso, sino también artístico e histórico. Representan siglos de fe y arte en la ciudad, y son testigos mudos de una Semana Santa que supo ser grandiosa y hoy sobrevive con discreción.

Conclusión: la memoria viva de una tradición que evoluciona

La historia de la Semana Santa en San Sebastián es la historia de una ciudad que ha recorrido un largo camino, desde la religiosidad popular y pública del pasado hasta una espiritualidad más personal y silenciosa.

Aunque ya no haya procesiones ni cofradías desfilando por la Parte Vieja, la Semana Santa sigue viva en las iglesias, en las escalinatas de Amara Zaharra, en las primeras luces del Monte Urgull, y en el corazón de los donostiarras que cada año se acercan a los templos buscando sentido y recogimiento.

En su evolución, la Semana Santa ha dejado de ser espectáculo para convertirse en experiencia interior, menos visible pero igualmente profunda. Y en esa transformación, Donostia demuestra una vez más su capacidad de honrar la tradición sin dejar de mirar al futuro.

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